No, no desisto, en mi lucha por convertirme en un ciudadano ejemplar ha aparecido un nuevo enemigo, el Cónsul (música de trompetas), es por así decirlo el ultimo monstruo que me queda para pasar a la siguiente pantalla.
Esta mañana bien pronto me he plantado en el consulado para legalizar mi firma (manda huevos), allí después de esperar que el funcionariado desayune y se pregunten por la familia, presento un papelote que yo mismo escribí, para que me lo ... no tengo nada claro que van a hacer con l, a esperar la cola .... me toca ¡!
Ooooohhhhh que no es aquí, que suba a la primera planta, otra cola ............
Entrego el papelito, lo firmo y me lo sellan previo pago de 7,38 Euros de nada, recojo el papel, el recibo y cuando me dirijo a la puerta escucho “Oiga Oiga, que ahora tiene que ir a la planta 1 para que se lo firme el Cónsul” ... la leche ... otra cola.
Me toca (otra vez); si venia que el cónsul me echara un autógrafo. Mala suerte son las 10:00 de la mañana y su señoría no a tenido a bien presentarse al trabajo todavía, para que luego digamos de los Borbones, que a primera hora los tienes navegando.
Total que mañana me toca volver a ver si el senor cónsul ha estampado su real sello en mi alegato de soltería.
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